30 mar 2013

Alienación, miedo y esa extraña necesidad.


¿Cuánto costaría traerte la luna? Eso es lo que deseas, ¿o acaso es una pequeña estrella lo que tanto anhelas?

En aquel pueblo donde las noches son más largas que los días, los inviernos más fríos y los veranos más oscuros ya no saben lo que respiran. No saben si es el oxígeno que los ancianos cuentan o el gritar de los centinelas que protegen el cielo.

¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? ¿Estamos solos?

El misterio resuena ante cada pregunta como las campanas del templo. Campanas que cada vez se sienten más agotadas, como si tuviesen vida y no supiesen como controlarla. Así como así, el ruido se apaga, y el caos reina sobre el bien.

“Seres de otro pueblo, seres de otros seres,  ¿a que han venido?”
“A robarles su respiro”

¿Qué sería de nosotros sin el oxígeno? o sin los centinelas que protegen nuestros cielos.
Lo que buscan es nuestro amor. Ese amor que tantas novelas lloran y… 

¿Cuánto costaría traerte la luna? ¿O acaso es una pequeña estrella lo que tanto anhelas?