2 abr 2017

Crónicas de un Viaje, o mejor dicho, de un Sueño

"Estas loco, hasta allá te vas a ir?" escuche varias veces antes de que llegara el día de emprender el viaje a Osaka, Japón.
Parecía una locura, era consciente de eso, solo hasta que pude ver en mis manos los papeles que gritaban en silencio impreso la información de vuelos confirmados y los detalles que corresponden a un viaje de este tamaño.
Día a día revisaba las reservas como si hiciera que el tiempo pasara mas rápido y cada "faltan X días para tu viaje" me generaba un sinfín de sensaciones buenas, algunas conocidas y otras no.

26 horas volé, mas de 18000 kilómetros viaje, 12 horas al futuro me moví, buscando la tierra de mis sueños. Al llegar me sentí inundado de magia al ver las infinitas diferencias que hay respecto a la comunidad que me acobija día a día, infinitas diferencias que me hacían verme como un total extraño hasta ver una cara amiga conocida que me abrazaba en bienvenida, comenzaba la aventura.

Embeberme de la cultura fueron los primeros pasos, desde ser consciente de la ferviente hospitalidad japonesa, pasando por aquellos que te ven como un ajeno a su mundo, hasta la educación del orden para no ser un virus en su incesante batalla por la perfección.
Ya en la ciudad no podía dejar de lado ese dominio del espacio, esas estaciones de tren que conectaban con galerías comerciales gigantes y pasillos de restaurantes que con una simple escalera conectaban a "shoppings" (entre comillas porque eran muy diferentes a lo que estamos acostumbrados) de 16 pisos. No entendí nunca la existencia de un "centro".
En Osaka me encontré con un equilibrio increíble entre la tecnología de grandes centros comerciales u edificios iconicos como el Abeno Harukas o el Umeda sky bulding y lo mas tradicional como el parque Sakuranomiya, el Castillo de Osaka y los multiples Templos que uno podía encontrarse en el medio de la ciudad. Sin miedo a esos choques podías caminar horas y toparte con magia en cada esquina. Teniendo afuera de esto a Universal Studio Japan, es una ciudad dentro de una ciudad jaja.

Sin meterme en muchos mas detalles, porque no es el objetivo de esta entrada, ya enamorado de Osaka, su comida, sus costumbres (o algunas al menos), su Den Den Town jaja (es un barrio mas juvenil, con lugares de juegos, muchas gatchas y negocios de anime y vicios), todo y teniendo a la mejor compañera de viaje, iba a buscar nuevas fronteras. Viajé por Nara, Kioto y Shirahama (en la prefectura de Wakayama), cada lugar con su propio espíritu y llenos de lugares con historias mágicas y momentos para quedarse con la boca abierta. Los ciervos que que te daban la bienvenida a uno de los templos Budistas mas antiguos de Japon en Nara, Los templos y toriis sintoistas que marcaban lo sagrado al buscar la cima del Monte Inari en Kioto al borde de los pueblos mas típicos de la región, La playa con su blanca arena y las transparentes aguas del Pacifico en Shirahama. Y un largo etc en cada una de estas ciudades (están las fotos con todos los lugares (?? ), y hasta también cosas de la vida como participar en un Karaoke con argentinos, un salvadoreño y guatemaltecos jaja.

La vuelta fue mas larga que la ida (no solo por el tiempo real, sino también por la tristeza del fin de la aventura) y tuve varios días en Buenos Aires con problemas de sueño (y hasta de hambre jaja) que recién hoy, después de casi 5 días, empiezo a regular, pero no podía sacar en ningún momento de mi cabeza todo lo que había pasado en mis días por Japón. Después de pasar tantas hermosas experiencias y habiendo conocido tantos lugares preciosos, me cuesta no dudar en el sentido de pertenencia que tengo con el lugar en el que me encuentro ahora, pero, esquivando esos sentimientos, solo se que Japón me va a ver volver.
Un sueño no deja de ser un sueño una vez cumplido y menos un sueño así que me dio tanta ambición de más.
Espero que muchos puedan vivir lo mismo que yo con los lugares que aman.

Gracias por tanto :)
Fede.-

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